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La necesidad de ser sinceros


“Siendo sinceros, merecerá la pena pasar por aquí”

Cuando se me ocurrió la idea de escribir este artículo prácticamente al mismo tiempo me surgieron multitud de contras. Pensara en mí o lo hiciera en el resto, aparecían uno tras otro argumentos que parodiaban esta idea. No vayas a dar lecciones cuando cantidad de veces tú mismo no las pones en práctica. Siendo sincero, no estás capacitado para hablar de sinceridad. No seas hipócrita. Y es verdad, cuántas veces habré expresado opiniones que no representaban mi verdadero sentir, cuántas veces habré dicho yo no soy de esa manera cuando sí o cuántas veces, simplemente, me habré callado, otorgando con mi silencio. Muchas. Pero, tras pensar en ello, dedicar unos momentos a valorar lo que me proponía hacer, me dije: sí, hazlo. Tal vez entonces, negro sobre blanco, te aclares, aprendas algo nuevo, te sirva como plataforma sobre la que seguir creciendo.

La vida es corta, es una, no hay más. Es algo increíble el que podamos experimentar cada día emociones nuevas, conocer personas, disfrutar de placeres, comunicarnos con otros individuos y aprender de ellos. El que existamos era una posibilidad entre muchas, ocurrió y existimos. Pero, ¿qué sentido tiene pasar por aquí sin decir realmente quiénes somos?, mostrando una imagen de alguien diferente a nosotros, negando nuestra verdad por estúpida o inaceptable, recluyendo la esencia natural que sabemos ruge en nuestro interior ofreciendo a cambio un canon. Tristeza. No tiene ningún sentido. No, si queremos ser felices; porque la felicidad únicamente se genera cuando nace de un sentimiento verdadero.

Preguntémonos: ¿Somos realmente sinceros con nuestros seres queridos? ¿Padres?, ¿hermanos?, ¿pareja?, ¿amigos? ¿Saben realmente quiénes somos?, ¿o simplemente tratamos de no hacerles “daño”?

El dolor es síntoma de vida y la vida no es vida sin dolor. El dolor emana del amor y el verdadero amor se germina en la sinceridad. Para querer a alguien es necesario saber que nos puede hacer daño, que habrá mil detalles que no nos gustarán y que tendrá juicios completamente opuestos a los nuestros. Sinceridad. Porque somos humanos. Porque somos distintos. Únicos. Pero aunque esto sea así, aunque los sentimientos más puros que existan necesiten de los más desagradables y la sinceridad nos haga enfrentarnos directamente con ellos, hay algo que es mucho mayor, infinitamente más poderoso: sabrán quienes somos, nos conocerán según somos. Tendremos la tranquilidad de poder mirarles a los ojos y no temer nada; nos sentiremos libres con ellos y en esa tranquilidad aflorará todo lo que esté vivo en nuestro interior.

Es evidente que no es tan fácil. De ahí que casi ningún ser humano sea completamente sincero, que no oculte nada. Sociedades. A decir verdad, es muy complicado; a pesar del interés que pongamos en serlo siempre nos enfrentaremos con alguna situación en la que no tengamos más remedio que mentir. En cierto sentido, nuestra supervivencia depende de ello. Sociedades.

Ahora bien, más allá de las pequeñas fintas que tengamos que hacer en nuestro día a día está el que por encima de todas ellas tengamos claro por qué las hacemos, con qué propósito y que nosotros no somos eso que decimos ser en ese momento; simplemente estamos sobreviviendo. Porque esta ficción es una pequeña parte del todo, tengámoslo claro, nuestra vida es mucho más y en ese más no es necesario mentir. Es en este remanente donde hemos de cumplir.

La sinceridad empieza con uno mismo. Chequeando lo que somos, reconociéndolo, para terminar aceptándonos. Nadie mejor que nosotros sabe lo que pasa por nuestra cabeza y, aunque pueda parecer algo absurdo, prestar atención a los pequeños detalles que integran nuestra vida, por muy insignificantes que puedan parecernos, siempre nos ayudará a relacionarnos con nosotros mismos, con nuestro yo interior. Podremos crecer, superar nuestros miedos y carencias. Aceptándonos aceptaremos que todavía tenemos mucho camino y que la sinceridad es la clave para recorrerlo plenamente. Felices.

Siendo honestos con nuestra verdad, la gente nos querrá, o no, por lo que somos. ¿Cuántas veces nos ha venido a la cabeza “si le dijera lo que realmente creo, no funcionaría”? Bueno, entonces funciona para alguien que no eres tú, no para ti. Esa persona está a tu lado porque piensa que eres alguien que no eres. Lo bonito de una relación, ya sea de amistad, familiar o de pareja, es que las dos personas sean libres para ser quién son y en esa libertad puedan querer al otro por lo que es. Sin velos, excusas, disimulos, pretextos. Simplemente porque sus luces y sombras te ofrecen los colores que tú necesitas. Siendo sincero podrás ayudar a las personas que quieres; a mejorar, a crecer y, en definitiva, a ser más felices. Te querrán por ello. Siendo sincero, tu rostro dejará de ser una máscara para ser una cara. Siendo sinceros, merecerá la pena pasar por aquí.

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