Somos actores, somos personas que dan lo que tienen. Reunimos el valor para dejarnos ver y enseñar al mundo lo más íntimo de nuestro ser. En cada trabajo, en cada ensayo, entregamos nuestra verdad en un intento de entenderla. Escuchamos a nuestro compañero y en él vemos al niño que fue. Sus miedos y alegrías, su felicidad y su tragedia, su dolor, su amor.
Vemos el “Te quiero” que nunca dijo y el “Te quiero” que siempre es. Vemos a nuestra hermana, a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestro enemigo y a nuestro amigo. Nos vemos a nosotros mismos. Y es entonces, en este momento mágico lleno de luz, cuando nos entregamos, con todo y sin nada, liberándonos del miedo para volver a ser aquellos niños que, con gesto sincero y mirada curiosa, reían al surcar los cielos en manos de aquel momento que lo era todo: el pasado, el presente y el futuro. Un destello.